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domingo, 24 de enero de 2010

El desengaño de Catalina


A ella no le importaba no tener en la mente la palabra de cuanto la rodeaba, el nombre que la humanidad le había asignado a las cosas jamás resonaría por sus labios, ya que su voz se encontraba muerta desde su concepción. Su alma acallada desde tan temprana edad no le impedía disfrutar de la existencia que sus padres le otorgaban, ya que para esa feliz pero humilde pareja, el producto de su amor era la parte más importante de sus vidas.

Su curiosidad la llevaba de la mano a las mas diversas situaciones, esa vitalidad se convertía en un peligro para ella y para los que la rodeaban, ese ímpetu por tratar de comprender su entorno, desde la humedad de la tierra que se encontraba debajo de pesadas rocas hasta el lastimero gemir del viento que impactaba las cortinas de su habitación y raudo se adentraba a cada rincón de su hogar enorgullecía a sus padres, pero a la vez le llamaba la atención de forma sobreprotectora.

Catalina estaba cansada de ser tratada como una niña, a sus 14 años, nunca había conocido otra manera de vivir, y sus padres se habían esmerado en que todo su contacto con otras personas fuera mínimo debido a su condición. Ante la incapacidad de demostrar su inconformidad mas allá de señas y movimientos de su cabeza, lo único que podía hacer era tratar de reprimir todas esas emociones y esperar su momento.

El tiempo corrió velozmente y después de algunos años la niña fue adquiriendo una deseable presentación, ahora convertida en una hermosa jovencita: Se había convertido en una hermosa mujer de la noche a la mañana, su piel pálida debido a los recientes años de cautiverio hacían resaltar su ondulado cabello castaño, el cual caía a la altura de sus hombros fluidamente.

Tal vez lo que le daba a su ser un aspecto por demás cautivador era su mirada, realmente pocos tuvieron la fortuna de contemplar directamente sus ojos, pero aquellos que lograron tal hazaña o mejor dicho, fueron recompensados por tal dicha, aseguraron que mediante ellos podía expresar todo lo que su voz nunca habría de hacer, su alma se reflejaba en esos atrayentes espejos que mostraban su sentir, la esencia de su vida y feminidad, esos brillantes instrumentos de deseo.

Aunque su máxima virtud radicaba en su mirada, a nadie dejaba indiferente su cuerpo y compleción, ya que con ella hacia felices los sueños de algunos y completaba las fantasias de otros tantos.

Si es cierto que a nadie le importaba el detalle del silencio eterno con el cual la joven tendría que vivir condenada, ya que pensaban en ello más que como un castigo o una prueba, considerándolo toda una bendición, un don otorgado por el creador para separarla de un mundo de mujeres con voces, palabrerías y sentimientos vacios y estúpidos. El recelo de sus padres aumento ante las lascivas miradas de los hombres del pueblo, situación que los obligo a tomar acciones, intentando ocultar a su tesoro ante cualquier intento malintencionado y desdeñable de aquellos deseosos de su compañía.

La joven yacía recluida en su habitación, el fulgor de su alma pronto se vio ensombrecido ante el aprisionamiento al cual había sido sometida, lo único que tenia a la mano eran sus recuerdos de la infancia cercana, momentos en los que ella era libre de llegar a donde le placiera, siempre seguida de cerca por la cautelosa mirada de alguno de sus padres. Nunca pudo objetar ante su situación, el resentimiento en algún momento fue tal que había fragmentado su alma, ahora estas piezas bailaban juntas intentando encontrar una manera de volver a ser una sola.

Todo esto termino por pudrir su deteriorado deseo de libertad; desde muy joven le fue inculcada la hipócrita doctrina cristiana, sus enseñanzas de amor y esperanza correspondían perfectamente a la clausura a la que se veía sometida, ya que para ellos, la pureza radica en el hecho de abstenerse de los placeres de la vida, encerrando a la humanidad para siempre en la prisión de su ignorancia, fanatismo y estupidez. Su soledad se veía quebrantada por un empolvado libro de inspiración divina que se encontraba en una pequeña mesa al lado de su cama. De pequeña los sagrados pasajes le fueron leídos asta el tedio una y otra vez por la inescrupulosa madre. Ahora este libro era objeto del odio y resentimiento que sentía hacia su existencia, el odio a sus cautores, al silencio eterno al que fue condenada desde su creación y por supuesto, dirigido especialmente a aquel que decidió que todo fuera así.

Decidió esperar la muerte pero este es un invitado inoportuno que llega cuando menos lo esperas y no cuando realmente deseas de su compañía, y lo único que Catalina deseaba era terminar con su vida de tormentos, pero el valor no era uno de sus grandes atributos y el dolor la aterraba desde que descubrió que ya no era una niña.

Durante su desarrollo este se había vuelto intolerable, especialmente cuando los cólicos hacían acto de presencia y todo lo que esto implicaba aterraban su conciencia.

Su incapacidad de cuestionar a su madre no le fue impedimento para encontrar una respuesta al porque de su condición – “Esa sangre y ese dolor es la señal mas clara de que como mujer estamos condenadas a vivir bajo el pecado, es la vergüenza que toda mujer guarda para ella misma por despojar al hombre de los placeres del paraíso y la gracia de dios”. De cierta manera su mente alcanzo a comprender que todo ello era un símbolo del cual debía sentirse avergonzada siempre si deseaba ser una buena cristiana, pero desde hacia mucho la religión no le importaba, así que su mente comenzó a divagar, reuniendo los elementos necesarios para maquilar un plan con el cual probablemente el señor y su ira divina se harian presentes y le pedirían rendir cuentas, con esto ella podría encarar al creador y reclamarle por el trato que su vida había recibido durante tanto tiempo.

Espero otro mes, tenía que prepararse puesto a que en su ingenuidad tenía conciencia de que su acción ese día traería consecuencias, de que su blasfemia en ese momento sacaría de quicio las ordenes celestes, llegando a contemplar al creador a los ojos y escupirle en el rostro. El frio se apodero de su cuerpo, temblaba débilmente, sensación que recorría su cuerpo, pero esto no la haría desistir ahora.

Pese a una sensación de mareo y los instantes que su vista se vio nublada, logro incorporarse.

Ahora los síntomas de su nerviosismo se hacían mas presentes, sus manos no le respondían, su respiración resultaba casi imposible, como si su pecho fuera oprimido por una fuerza invisible que observaba todas sus acciones, intentando detenerla, alguien o algo le susurraba al oído palabras amorosas y esperanzadoras que le indicaban desistir de sus acciones.

¿Sería su conciencia la cual le estaba recriminando por solo siquiera haber pensado en lo que planeaba realizar? Tal vez así lo era, pero los deseos de ser liberada de una vez por todas de lo que se había convertido en un horrido tormento estaban al alcance “de su mano” de una vez por todas.

No existía punto de retorno, para aumentar el peso de su blasfemia decidió usar su mano siniestra, la cual se desplazo lentamente bajando por su bien formado cuerpo, la sensación de frio recorrió su espalda una vez más, pero ese ímpetu no podía ser aprendido por más tiempo, su mano izquierda seguía bajando hasta encontrar sus genitales.

Paso su mano cuidadosamente, la sensación placentera que cautivaba su cuerpo al hacerlo en otras ocasiones ahora se hacía presente, lo que la hizo sollozar en sus adentros y emitir un insufrible aunque a duras penas audible sonido metálico directo de su garganta. Este sentir instantáneamente le hizo perder el camino de lo que tenía que hacer, y por un momento dejo que sus impulsos la tomaran de la mano y la condujeran a formar las mas diversas fantasías, liberándola de parte del rencor que pudiera albergar su pensamiento. Jugaba con ella misma en ese pecaminoso acto de indecencia y liberación fugaz.

Catalina tomo conciencia de que estaba desvirtuando sus actos, la misma voz que anteriormente le había pedido desistir de su plan, ahora le impulsaba a continuar con su autocomplacencia, haciéndola olvidar el verdadero propósito de su acto.

Despertó de la ilusión y comprendió que su conciencia no podría encadenarla mas a su existencia, y en el instante levanto la mano que en un momento antes le había servido como un instrumento de placer, dejando atrás el éxtasis que la dominaba, ahora su extremidad no solo estaba cubierta por una delgada capa del sanguinolento liquido, este también se había mezclado con los fluidos amatorios provenientes de las entrañas de la pecadora y producidos en su audaz juego, dándole mayor peso a la impureza de sus pensamientos. Con su mano diestra tomo las sagradas escrituras, quitando los separadores que previamente había dejado para poder facilitar su tarea, paso su mano llena de su vergüenza sobre la primera pagina del génesis, cubriéndola parcialmente con la marca de su pequeña mano cubierta por sus líquidos vitales, pero conservando una parte de los mismos para embadurnar la ultima pagina del apocalipsis, cubriéndola de igual manera con la abominación de su interior.

Limpio cuidadosamente lo último que quedaba en su mano con su vestido y se sentó a contemplar su creación, expectante ante lo que debería suceder.

El alfa y el omega, el principio y el fin, el antes y el después, su santa palabra había sido profanada por la mano de una joven cuyos demonios internos habían decidido liberarse de sus cadenas, ahora ella no era mas que una simple marioneta al servicio de sus deseos, las circunstancias la llevaron a cometer semejante atrocidad ante los ojos de un dios, pero indudablemente su espíritu se encontraba hecho pedazos.

¿Cómo era posible? ¿Por qué su dios no apareció delante de ella para recriminar sus actos y juzgar su pútrido ser, conduciéndola al rio de fuego y azufre?, ¿Por qué no escucho la iracunda voz del señor omnipresente, llamándola por su nombre y conduciéndola al Gehena?

Lo único que había conseguido esa noche fue obtener algo de efímero placer y un libro sobre el cual había plasmado con su sangre e inmundicia la palma de su pequeña y frágil mano la cual ahora cubría un delicado rostro lleno de vergüenza y desengaño, que derramando lagrimas de dolor se encontraba y cuyos bellos y finos labios emitían repugnantes ruidos metálicos a manera de llantos desesperados y desgarradores.


2 comentarios:

joako dijo...

Muy bueno... pensar que mucha gente piensa estupideses como que la masturbacion es mala y tener sexo es pecado....que lastima y asco me dan...que verguenza que siento por ustedes siervos de un supuesto dios inventado con el solo fin de manipular y engañar idiotas

Lee Postmortem dijo...

Gracias, un abrazo